viernes, 24 de mayo de 2013

AMPARO MEDINA


“Vi unos ojos maravillosos. Vi el amor. Eran los ojos de la Virgen. ¡Eran justamente los ojos de la estampa que yo había roto!

En cierta ocasión estando en una comunidad, Amparo le retó a Dios. Había una mujer rezando, pero ella empezó a increparla y llamarla loca. Al grado de que acabó rompiéndole una estampita que tenía la pobre señora.



Su prepotencia de revolucionaria no le facilitaba muchas otras soluciones en aquella ocasión. Poco después vino el siguiente paso hacia su conversión.


Amparo había participando en todo tipo de manifestaciones y luchas contra el gobierno. En ocasiones movilizando a los indígenas y facilitando que éstos acudieran armados con lanzas. Pero cierto día estando en una de ellas fue herida por una bala. Cuando recibió el impacto, Amparo recuerda dos cosas: por un lado a su marido y sus hijos, y por otro lado una paz inexplicable, total. No tenía miedo de irse. Todo era alegría, gozo, paz…

En eso, escuchó una voz que le cantaba: “Vi unos ojos maravillosos. Vi el amor. Eran los ojos de la Virgen. ¡Eran justamente los ojos de la estampa que yo había roto! La estampa de la Virgen Milagrosa. La vi como una adolescente de 15 años. Con traje blanco…”.

Mientras ella se desangraba, lo único que sentía era paz, alegría… En ese momento la Virgen le dijo: “Mi pequeña, yo te amo”. Y le pidió que dejara todas las causas que ella llevaba y que tomara la causa de su Hijo. También se dio cuenta de que detrás de la Virgen había un señor mayor: era su abuelo.

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