sábado, 1 de mayo de 2010

SCOTT HAHN


Tras pronunciar las palabras de la consagración, el sacerdote mantuvo elevada la hostia. Entonces, sentí que la última sombra de duda se había diluido en mí. Con todo mi corazón musité: Señor mío y Dios mío. ¡Tú estás verdaderamente ahí!


Scott Hahn, teólogo y pastor presbiteriano, ha escrito un libro sobre su conversión y la de su esposa, que ha sido best-seller en USA. En él nos dice: “Mi abuela era la única católica de mi familia: una discreta, humilde y santa mujer. Mi padre me dio sus objetos religiosos, cuando ella falleció. Los miré con repugnancia y horror. Tomé el rosario entre mis manos y lo rompí, diciendo: Dios mío, líbrala de las cadenas del catolicismo que la han tenido aprisionada. También rompí sus libros de oración y los tiré a la basura, esperando que esa superstición sin sentido no hubiera condenado su alma… No siento el menor orgullo de haber actuado así, pero lo cuento para hacer ver lo profundas y sinceras que son las convicciones anticatólicas de muchos cristianos de la Biblia. Yo no era anticatólico por un fanatismo malhumorado, sino por convicción”.

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