Un día tomó un libro al azar en casa de unos amigos conversos. Resultó ser la autobiografía -La Vida- de Santa Teresa de Jesús. Le absorbió por completo. Cuando lo acabó, sobrecogida, exclamó: "¡Esto es la verdad!".

Su madre infundió un elevado código ético a sus hijos: Edith aprendió algunas virtudes que nunca perdería: sinceridad, espíritu de trabajo de sacrificio, lealtad... Pero, aunque se educó en un ambiente claramente judío, la fe era más bien superficial.